miércoles, 10 de marzo de 2010

Luz cuando sólo hay oscuridad...



Todo a su debido tiempo.
Desconecto del blog, que no quiere decir que lo cierre.
Sólo que ahora otros menesteres ocupan mi tiempo.
Vuelvo a lo que realmente me gusta.


Aileon

Noches de antifaz...



Si fuera a una fiesta de disfraces,
sin duda alguna, éste sería mi disfraz.
Está hecho para mí, lleva escrito mi nombre.
Tal cual, que el antifaz deje entrever mis ojos,
y sólo muestre mis labios…



Bailar esta melodía con un joven y apuesto caballero
que cubra su angelical rostro...




Luego suena...
el maldito y odioso despertador.

Aileon

martes, 9 de marzo de 2010

Es curioso, total...


Hay unas cuantas cosas que me gustaría decir antes de irme a la cama, que eso no significa que me vaya a dormir tan rápidamente.

El programa del jinete que ahora cabalga operadísimas mozas en lugar de caballos, me parece de lo peor. Lo más rastrero que he visto últimamente.

Es curioso como la gente pregunta por mí cuando no estoy, y cuando estoy no me dicen nada. Es interesante saberlo.

Está más que decidido. Voy a mentir en mi edad, total nadie se cree la que me dice que tengo el DNI.

Ser educada nunca está de más, pero dar una mala contestación a quién se la merezca, tampoco. Mejor no pongo nombres y apellidos.

Tener muchas cosas en un mismo sitio, no significa ser una desordenada, simplemente es que tienes muchas cosas en un mismo sitio.

Contar un chiste y que nadie se ría, no es de lo más agradable que te puede pasar. Yo creo que el problema lo tienen ellos.

Alguien, desde hace tiempo, me llama ‘mi pirata’. Lo que no entiendo es el porqué.

Escuchar a alguien no significa contarle tus problemas.

La nieve también cala.

Empezar una conversación y no saber donde va a acabar, me pone nerviosa.

Si todo vale por el hecho de decir las cosas a la cara, ya me repatea lo que me tenga que repatear. A mí me importa más bien poco si hablan por detrás. Total, si alguien me cae mal me da igual que me lo diga a la cara o detrás. No cambiaré de opinión porque me lo haya dicho a la cara. Me cae mal y punto.

Nunca me seco el pelo. Peinarme, a veces. Total, siempre está liso.

Ir a ver a mi abuela, cada vez se me hace más duro. Lloro cuando me acaricia la cara…

Cuando me preguntan por una calle, siempre digo que ‘no soy de aquí’. Es que con la poca orientación que tengo, temo enviarles a Cuenca en segundos…

No salgo de casa sin mis gafas de sol. Sin ellas no soy nadie.

Sólo en una cama consigo conciliar el sueño sin problemas, y no es la mía precisamente.

Decir que odio los domingos por la tarde no es nada nuevo. Entonces ¿por qué existen?

Hoy he descubierto esta canción.
Basshunter 'in her eyes'


Muy buenas noches,
Aileon

lunes, 8 de marzo de 2010

Entre el vaivén...



“Ayer vi una escena que realmente me emocionó y, a la vez, me entristeció. Escena que me ha dado que pensar, aunque ese es otro tema, y prefiero guardármelo para mí.
Ayer sobre las 19:30 llegué a la estación de tren. Me dirigía hacia Barcelona y como mi tren no salía hasta las 19:50 decidí sentarme en unos de esos bancos de hierro típicos de las estaciones de trenes, y escuchar música en mi mp3 mientras observaba a los que iban llegando. La verdad es que un sábado por la tarde en una estación de tren te puedes encontrar de todo, pero ayer me sorprendió porque era un sábado muy tranquilo. Demasiado. En un principio me limité a mirar las vías y de vez en cuando miraba a los que iban llegando. Pues bien en una de esas miradas me fijé en una pareja de unos 30 años - más o menos, porque yo para las edades soy muy mala- , que iba con dos grandes maletas, y que curiosamente se pusieron justo a mi derecha.
Dejaron las maletas y se abrazaron. Hasta ahí todo normal. Incluso pensé, ¡qué bonito! Pero cuando dejaron pasar el aire entre ambos cuerpos, me llamó la atención los ojos del chico. Eran ojos de haber llorado, y de seguir llorando. La chica le acariciaba suavemente la cara y le decía, que pronto se volverían a ver. Y se volvieron a abrazar, con una fuerza que parecían dos personas en una. Se miraron dulcemente, mientras que el chico no dejaba de llorar. Era un llanto incontrolable.
Me imaginé que uno de los dos se iría y que el otro se quedaba, porque era evidente, que era una despedida y que quizá no se verían en mucho tiempo.
Para colmo yo escuchaba en mi mp3 una canción de lo mas triste que hacía que dicha escena me conmoviera mucho más de lo que en realidad era.
Cuando a los lejos vi las luces del tren, yo me levanté del banco. Ellos sin dejar de mirarse y cogidos de la mano se acercaron al tren. Yo pasé antes que ellos, y busqué un sitio donde sentarme. Normalmente, suele haber gente en el tren, pero ayer pude sentarme sin problemas. En el vagón donde estaba apenas había gente. Más bien nadie, diría yo. Cuando me senté sólo pensaba en quién de los dos se iba y quién se quedaba. En cuestión de 10 segundos las puertas del tren se cerraron y yo salí de dudas.
La chica con las dos grandes maletas se acercaba donde estaba yo sentada. Muy amablemente y con la voz entrecortada me dijo si podía ayudarle a poner las maletas porque pesaban demasiado. Ahí fue cuando me fijé en sus ojos. No tenía los ojos llorosos pero si una mirada triste y perdida. Le dije que le intentaría ayudar pero por mi altura no le prometía nada .Con mi frase conseguí que la chica sonriera un poquito, y entre las dos pusimos las maletas como pudimos. Me dio las gracias y se sentó cerca de donde estaba yo. Mientras seguía escuchando mi música miraba el cristal del tren y la veía a ella reflejada. Borrosa, pero reflejada. Estaba mirando hacia el cristal y me sorprendió porque parecía serena. Se acababa de despedir de su pareja y parecía estar bien, y tranquila. Pero me equivoqué. De repente, se tapó la cara con ambas manos y se echó a llorar desconsoladamente. Sollozaba fuertemente y me daba la impresión que le costaba respirar. Sólo la miré una vez y me entraron ganas de preguntarle si se encontraba bien, pero en seguida desistí en mi idea. Era evidente que lloraba por amor, y en eso nadie te puede ayudar. Nadie.
Apagué mi mp3 sin quitarme los auriculares y seguí observándola reflejada en el cristal. En los 45 minutos que duró mi trayecto no paró de llorar, de secarse las lágrimas, de respirar fuertemente, de inclinarse hacia atrás con los ojos cerrados, de mirar fijamente tras los cristales del tren... Cuando llegó mi parada pasé por su lado y ella me miró. Sólo pude sonreír, y ella me devolvió la sonrisa entre lágrimas.
Mientras salía de la estación y perdida en la oscuridad de la noche, me vinieron muchas cosas en la cabeza. Muchas. No me puse a llorar porque aparentemente no tenía motivos para llorar. Aparentemente. Y pensé, el amor es un sentimiento muy bonito, quizá el que más, pero también un sentimiento muy doloroso, quizá el que más...”


Esta entrada la escribí hace más de dos años.
Parece que se repite, no así la historia, ni la estación de tren, ni las maletas que no regresan, ni siquiera los personajes,... Se repite porque aparentemente no tengo motivos por los que llorar.
Aileon

miércoles, 3 de marzo de 2010

¿? What?



Dicen mucho…

¿Rara? A mucha honra.
¿Caótica? Algo más.
¿Ordenada? A veces.
¿Exigente? Siempre.
¿Maniática? Según.
¿Soñadora? Con los ojos abiertos.
¿Insegura? A más no poder.
¿Sincera? Cuando toca.
¿Pesimista? Viene por defecto.
¿Temerosa? Cuando sé lo que me va a pasar.
¿Sentimental? Está escrito en mi piel.
¿Celosa? En silencio.
¿Nerviosa? Mi segundo nombre.
¿Observadora? Moriré con ello.
¿Lunática? Mejor, en las estrellas.
¿Apasionada? Mi debilidad.
¿Desconfiada? Depende de los demás.
¿Discreta? Como el aire.
¿Imaginativa? Sólo en cada segundo.
¿Enamoradiza? Como el respirar.
¿Misteriosa? Uno de mis lemas.
¿Expresiva? Mi sexta especialidad.
¿Intuitiva? Desde que nací.
¿Risueña? Si me lo permiten.
¿Supersticiosa? No, pero 12+1
¿Tímida? Cierto, como un templo.
¿Precavida? Siempre miro por donde piso.
¿Romántica? Corre por mis venas.

….




Me emociona como nadie.
No llevo sombrero, pero me lo quito ante ella…
Es única. Cada vez, más.


Aileon