- Noelia, hay que operar. Consulto
tu caso, pero lo mejor es operar.
En realidad no me vino por sorpresa. Desde hacía tres años
me estaban haciendo cada seis meses un control analítico para ver los
marcadores tumorales y una ecografía vaginal para ver si el tumor crecía o
seguía igual. Evidentemente me creció, poco…pero seguía creciendo. Lo mejor,
operar.
Era lo mejor para mí. Tenía un tumor benigno, un tipo de
quiste que no es raro pero tampoco es de los más comunes. Un quiste que hasta
que no me operaran, analizaran y me dieran los resultados me haría la vida más difícil
de lo normal en cuanto a pensamientos.
Cuando me dijeron que me operarían el 13 de diciembre me
desanimé. Había muchísimos días y me tenían que operar ese día, un día después
de mi cumpleaños y una fecha a la que apenas le tengo cariño, que no es lo
mismo que tener odio. El 13 del 2013. No pude hacer nada. Ese día a las 9 de la
mañana ingresaba.
Ese cumpleaños apenas lo disfruté. Aunque estaba tranquila,
mi mente no. Yo sabía que ese día no era
el día. No sé porqué, pero intuía algo. No me equivoqué. A media tarde, horas
antes de tomarme la medicación me
llamaron diciendo que la doctora no me podía operar porque había una mujer que
la tenían que operar urgentemente y utilizarían el quirófano que tenían
reservado para mí. Lo entendí perfectamente y sentí alivio. Ese no era el día.
Pasé las navidades tranquila. El día 24 de Enero del 2014 ingresaba
a las 7 de la mañana. Era la primera en entrar en quirófano.
La noche anterior dormí en casa de mis padres. Cené, me tomé
la medicación. A la media hora dormía en el sofá. Dormida mi madre me mandó a
la cama. Sé que ella dormiría…
Nada.
A las cinco me despertó y me duché. Estaba totalmente
dormida. Me volví a tomar la medicación. Iba totalmente “drogada”. A las 7
llegamos al hospital. Sólo se escuchaba el silencio y los nervios de mis
padres. Estábamos solos en la sala de espera hasta que a los cinco minutos me
llamaron. Me despedí de mis padres con un ‘nos vemos a la tarde’ dejándoles un
amuleto que siempre me acompaña.
Quince minutos más tarde estaba a punto de entrar en
quirófano. Como eres la primera te ha tocado el más nuevo, me dijo la
enfermera. Eso me importaba bien poco. Hacía un frío que pelaba. Recuerdo que
había mucho movimiento a mi alrededor, que mi doctora se acercó y me dijo que
todo saldría bien, y que cerrara los ojos. Apenas los tuve que cerrar, se
cerraron solos.
Fuera había nervios, preocupación. El tiempo apenas
transcurría, o transcurría demasiado lento. Familia, amigos,…preguntando, y mi
hermana diciendo una y otra vez que todavía no sabían nada. Gracias, muchas
gracias por los que se acercaron al hospital y por estar pendiente del móvil.
Gracias.
Dentro, escuché mi nombre a lo lejos…sentí unas ganas
horribles de vomitar y un dolor fortísimo en la barriga. Un dolor
indescriptible. Rápido me pusieron un calmante. Empezaba a abrir los ojos. Los
volví a cerrar. Una hora más tarde los volví a abrir…el dolor seguía dormido,
pero despertaría en breve. Empezaba a sentir los pies, las piernas las
manos…poco a poco. Me toqué la barriga y noté tres parches, el del ombligo el
más grande y la barriga hinchadísima como si estuviera embarazada de seis
meses. Pregunté la hora a la enfermera. Son la 1,…descansa.
A los pocos minutos, vi como mi doctora se acercaba con una
media sonrisa en los labios.
- ¿Cómo te encuentras, Noelia?
- Me duele mucho.
-Tranquila, es normal, ahora te pongo otro calmante. He
hablado con tu familia. Todo ha ido bien. Intenta descansar. Cuando te
recuperes un poco, te pasaremos a la UCI y un familiar podrá pasar a verte.
-Doctora, ¿me has sacado el ovario?
-No, te he sacado el quiste, y ya. Mantienes el ovario,
pero ahora no pienses en eso. Descansa.
- Gracias.
Allí, en la última camilla y sola, me acordé de alguien que
vela por mí en el cielo.
Al pasarme a la UCI, quise ‘correr demasiado’ y pedí ir al
baño. La anestesia me estaba haciendo efecto. Luego me encontré peor. Demasiado
pronto te he levantado, dijo la enfermera, y me empecé a encontrar mal, muy
mal. Vómitos, sudores, temblores, muy mareada,…Si encima le añado que soy muy
mala enferma, no paraba de moverme, de ir al lavado con todo lo que conllevaba
llegar a él, de que no quería que me ayudasen que ya podía caminar sola y todo ante la paciencia de mi hermana que la
pobre tuvo que aguantarme en esos momentos y en los días posteriores.
Estaré siempre agradecida lo bien que se portó conmigo.
Siempre soy yo la que suele protegerla, ser la mayor de las dos. Ese día
ejerció como la hermana mayor que es y como la hermana que quiere y cuida a su
hermana pequeña. Gracias, te quiero.
Poco más de las siete de la tarde me dieron el alta. Fuera,
estaban de los nervios. Yo, mareada y cansada. Apenas podía caminar. El camino
hasta la puerta que abría la sala de espera se me hizo eterno. Pero cuando mi
hermana abrió la puerta y vi a toda mi familia ahí, como se acercaban con una
sonrisa a abrazarme…sentí un alivio y una paz interior que me olvidé del dolor,
y lo mal que lo había pasado horas antes.
Son lo mejor que tengo. Los días posteriores fueron muy
duros. Semanas muy dolorosas. Pero gracias a ellos pude llevarlo muchísimo
mejor. No me dejaron sola, siempre pendiente de mí.
Gracias, un millón de gracias por estar ahí. Sin vosotros,
mi vida no tiene ni tendrá sentido jamás.
Han pasado unos meses y aún sigo notando pinchazos de vez en
cuando, sobre todo cuando estoy mucho rato sentada. Me operaron por laparoscopia
de ahí que sólo estuviera un día ingresaba porque las cicatrices son mínimas,
aunque evidentemente las tengo. Me sacaron un quiste de 7 cm del ovario derecho. Afortunadamente y
mediante una prueba que me mandó mi
ginecóloga me lo descubrieron. De lo contrario, al no tener molestias ni notar
nada raro, hubiera crecido de tal manera (conozco a una chica que le sacaron
uno de 22cm) que me hubieran operado de urgencia, con otras consecuencias, como la extracción de los ovarios. De
ahí la importancia de ante cualquier dolor, malestar o aunque no haya ningún
síntoma lo mejor es hacerse controles, un chequeo…porque la verdad, después de
la operación lo pasé francamente mal, pero ahora que han pasado varios meses
sólo puedo dar las gracias y sonreír porque he evitado, con el tiempo, un mal
mayor.
Aileon