A la espera de una llamada, todo se vuelve contra ti. El reloj de la entrada suena con más fuerza que nunca, no así dejando pasar el tiempo con más rapidez. Tus pasos van y vienen multiplicando así tu presencia. Te sientas. Te levantas. Miras por la ventana. Compruebas que el árbol no ha crecido desde esta misma mañana. Ni siquiera el café más amargo te consuela. El silencio se convierte en el peor de los ruidos. Inaguantable. Insoportable. Un ruido capaz de acercarte a tus peores demonios. Entras...sales. Ducharte ya lo has hecho. Miras. Observas. Te sientas, moviendo las piernas a una velocidad que te asusta...Entonces, atada de mente, te preguntas: ¿qué he hecho yo si sólo estoy esperando una maldita y puñetera llamada?
Aileon