miércoles, 8 de octubre de 2008

El círculo rojo...

En realidad retiré esta entrada. Y no sé por qué lo hice. Supongo que todos tenemos días buenos y malos. En mi caso, tengo días malos y menos malos. Buenos, algún día dejarán de ser un recuerdo.
Os pido disculpas por haber retirado la entrada y por mi tono más serio que de costumbre. Y es que, aunque muchos lo duden, no siempre me apetece utilizar la ironía.

Me alegra saber que alguien deduce algo de mis palabras. Esto me da qué pensar, a diferencia del título de mi anterior entrada. Vosotros hacéis que merezca la pena. Sonrío, pero no es lo que siento.
Una vez alguien me dijo que ‘el tiempo es nuestro mayor aliado y pone cada cosa en su sitio’. Jamás lo he dudado, y sigo creyendo en ello, aunque no siempre tenga el valor suficiente en demostrarlo…


He decidido hacer de las dos partes de esta entrada en una sola. No sé si es lo mejor para vosotros. No lo sé.
Pero siento que sea una entrada bastante larga en cuanto a palabras para vosotros y en contenido para mí. De ahí que haya puesto este video que aparece a continuación. Merece la pena también. Entenderé si dejan de leer aquí y se centran en el video. De lo contrario, os recomiendo que pongáis la música; música que retumba en mis oídos como el único sonido capaz de aliviar estos momentos, mientras seguís el camino de mis palabras…
La música ya está en mi interior. Las palabras también. Y ¿tú?…








Ese día no pude conciliar el sueño. El trayecto en tren me pareció más largo que de costumbre. Estaba acojonada. Era mi primer año en la universidad, y un profesor me había hecho llamar a su despacho.

Y es que de veinte matriculados, sólo dos no teníamos nota. Al lado de nuestros nombres había un espacio en blanco. Y siendo el primer examen universitario, me acojoné y mucho. Estuve pensando la hora que duró su clase en qué había fallado, o lo peor de todo, ¿por qué tenía que ir a su despacho? Ni siquiera Espronceda consiguió que me centrara. Mi mente estaba en aquel maldito despacho.

Tenía que salir de dudas, y me dirigí al despacho con el típico cosquilleo en el estómago. Recordé los nervios de la primera vez que pisé aquel pasillo estrecho, donde las palabras se respiraban con sólo mirar a ambos lados. Me armé de valor y toqué con dos suaves golpes en la puerta mientras observaba mi nombre y el espacio en blanco en la puerta de su despacho.

- ¿Puedo pasar?
- Sí, sí…Pasa y siéntate.

Aquello era lo caótico personificado. ¡Qué maravilla! Libros, más libros, cuadernos, archivos, papeles, polvo en la estantería, libros, colecciones, libros, carpetas, libros, polvo, máquina de escribir, libros, cajas, libros, etc. Un caos organizado. No sé el motivo, pero eso me tranquilizó. Quizá porque reflejaba muy bien lo que era y es mi vida.
Un espacio reducido, pequeñísimo, con poca claridad, pero con olor a literatura. A la buena literatura. Menudo olor. Entraba por los poros, y relajaba sin más. Ahí me hubiese perdido para el resto de mi vida sin querer ser encontrada. Respiré profundamente. Y soñé, estando despierta.

- Espera que te quito todo lo que tengo en la silla. Como puedes comprobar tú misma, algún día sin darme cuenta los libros me echarán de aquí. Ya… siéntate, por favor.
- Gracias ( mientras él hacía lo mismo en su sillón negro de piel)
- Bueno Noelia te imaginarás el por qué no tienes nota en tu examen y el por qué estás sentada en mi despacho ¿no?
- No me lo imagino. Usted dirá…
- Tú, por favor… llámame de tú que aún nos quedan muchas clases por compartir…
- Vale (sonreí tímidamente).
- Espera que busco tu examen.


Y sacó de una carpeta un montón de folios medio arrugados. Mientras pasaba las hojas, pude observar las distintas anotaciones en color rojo y sobre todo las distintas letras de mis compañeros, mientras él iba diciendo por lo bajini: a ver,… Noelia,… aquí no….A ver donde estás…Aquí, tampoco…seguro que tu examen será el último (no me extrañaría nada, pensé).

- ¿Qué tal llevas las clases? (mientras seguía buscando mi nombre entre aquellos folios que reflejaban los primeros nervios…)
- Bueno, llevamos dos meses, y todo es nuevo. Compañeros. Ciudad. Todo. Lo peor el horario, porque vengo de fuera, como sola y estoy todo el día aquí, y llego a mi casa muy tarde. No lo llevo muy bien…Pero no me queda otra.
- Pues vaya, si es verdad que el horario no es muy bueno. Os deberías de quejar…Lo otro, ya verás como poco a poco te acostumbrarás.
- Sí. Espero.
- Aquí está. Noelia M.
- Sí, esa es mi letra, mi mala letra.

- ¿Mala? No, mujer…Créeme hay de peores. Lo que si te digo es que tienes que corregir alguna que otra expresión. Pero, en general, bien. No cometes faltas, y eso ya es importante el primer año de carrera, porque ya sabes que si cometes más de tres en un examen, ya tienes el suspenso asegurado. Y en el último año de carrera ninguna falta ya sea un examen de un folio o de diez.
- Sí, lo sé.
- Aunque no todos hacemos eso. No todos somos tan malos…


Con el tiempo supe que tenía razón. Muchos lo hacían y él no era tan malo.
Sonreí, de nervios también.

- Bueno, mira tu examen y luego me comentas.
- Vale.


En realidad me sorprendió a simple vista que, a diferencia de otros exámenes, el mío apenas estaba teñido de rojo. Volví a respirar. Esta vez sin aire. Leí con lectura rápida mi letra en aquellas cuatro hojas para ver el motivo por el cual yo estaba allí sentada, y no tomando un café con mi única compañía en el garito de al lado.

- No hace falta que te leas todo el examen. Mira en la última hoja.

Y ahí estaba la palabra en un círculo rojo. Un círculo fino que destacaba entre la tinta azul de mi pluma. Mi eterna pluma que aún me acompaña.
No me lo podía creer. Yo veía una expresión correcta en cuanto a forma y contenido. Me sonrojé con pensar qué me podía preguntar sobre aquel círculo. ¿Qué había escrito mal? ¿Por qué estaba allí? Se me escapaba de las manos, y me sentí observada por aquellas tapas duras cubiertas de polvo llenas de realidades.

- Quiero que me digas y me especifiques lo que me quieres decir con esa expresión…
- Pues…- tierra trágame, pensé – pues …
- Porque ya sabes que hay muchos tipos de relaciones íntimas, y me hubiera gustado que hubieras especificado la relación que tiene la protagonista con su amante, ¿qué entiendes por íntimo? ¿te das cuenta que Ana tiene mucho más que una relación íntima? Se nota que te has leído la novela y bien. Porque una cosa es leer una novela, y otra muy distinta es leerla bien. Pero a ver, explícame un poco el tema de Ana y la importancia de este personaje en ese tema…

- (Ánimo, demuestra lo que sabes, me dije a mi misma) Lo que siente Ana es un deseo que jamás había sentido y que experimenta por primera vez. Un amor adúltero. Un deseo sexual que no lo puede controlar, ni quiere controlarlo. Sólo quiere poseerlo y morir en ello. Sexualmente obsesionada su vida carece de sentido… Algo nada normal para una mujer marcada por su época.
- En pocas palabras lo has descrito mucho mejor que yo.
- Gracias (ruborizada, mientras el asentía con la cabeza).

- Y ¿por qué no lo pusiste en el examen? En el personaje de Ana no es lo mismo decir una ‘relación íntima’ que una ‘relación sexual’, porque íntima se puede llegar a entender como una relación de amor. Y más en la época en la que está escrita la novela. Un amor de palabras, sin caricias, sin roces,.. Al personaje de Ana le imponen ese amor, y ella se desvive y vive por el carnal, con roces, caricias, piel con piel…
- Sí, es verdad. El personaje de Ana da mucho de sí en el terreno amoroso.
- Sexual…
- Eso…sexual.
- Aquí no es lo mismo. En la vida real no sabría qué decirte. Se confunden tantos sentimientos que se acaba perdiendo el verdadero valor de cada uno. Es una lástima pero es así. Y eso era lo que pedía en esa pregunta. Es fundamental en la novela de Clarín.
- Sí. No lo olvidaré…

- Se nota que eres una buena chica. Me has escuchado sin poner el ‘grito en el cielo’, como otros tantos hubieran hecho. Aunque ya estoy curado de ‘espanto’…De la buena gente, no. Me sorprende.
- No creí que en eso estaba la bondad de las personas, en el grito digo…
- Eres muy joven. Los que suelen escuchar sin gritos de por medio son buenas personas, y muchas de ellas no se lo creen o, aún peor, no lo saben. Con el tiempo te darás cuenta. El tiempo es nuestro mayor aliado y pone cada cosa en su sitio. Recuerda eso siempre, y no lo dudes nunca…

- Sí, …Gracias.

Y sonreí, pero esta vez de alivio.
Salí del despacho, mientras un 9 ocupaba el espacio en blanco al lado de mi nombre.

Aquel día fue el inicio de muchas idas y venidas a ese despacho. Despacho, que como él mismo decía, iba creciendo en cuanto a libros y a decepción. Algún día lo echarán, estoy convencida. Algún día….Y será entonces cuando se dará cuenta que aquellos libros eran su vida.
Ese fue el inicio de una relación cordial entre un profesor, cansado de enseñar sin motivación en los que escuchan, y una alumna hambrienta de literatura.


Nota1:
Y es que para que os hagáis una idea, muy pocos estudiaban esa carrera en esa ciudad y la relación alumno-profesor era de lo más cercana y familiar que os podéis llegar a imaginar, aunque trabajábamos como el que más. El tomar café juntos era de lo más normal, incluso el desearte unas buenas vacaciones o felicitarte por Navidad por e-mail también.

Nota 2: No es una conversación inventada. Es tal cual. El profesor me hizo llamar a su despacho por ese motivo. Como profesor, no destacaba por su docencia, pero te daba la suficiente información para poder conocer la literatura de la época que solía dar. Le gustaba el debatir y sobre todo el conocer nuestra opinión. Continuamente nos recalcaba que siempre debíamos defender nuestras ideas, lo que pensáramos, aunque no fuera compartida, pero defenderla a muerte y con argumentos, más que darnos la charla sobre cualquier tema de literatura. Según él eso ‘lo podíamos encontrar en los libros, y lo que opináramos nosotros no’. Y que razón tenía.

Nota 3:
Aprendí la lección de aquel círculo. De todo aprendo. Me enseñó algo que no ha estado, ni está ni estará nunca escrito en los libros. Y ahí es donde está la verdadera esencia de las cosas. Por eso merece la pena luchar.
En la actualidad, sigo estando hambrienta….

De literatura también.

Muchas gracias,
Noelia M.

12 comentarios:

Pandora dijo...

Genial, Aileon! Me ha gustado mucho, sobre todo destacaría una cosa que me ha llamado mucho la atención, cuando dices que aprendiste de aquello como aprendes de todo... Me parece importante sacar una enseñanza de cualquier cosa que te ocurra, supongo que eso te puede ayudar a ser mejor persona, a enfrentarte con más fuerza a las cosas, etc.
Me siento identificada en ese "hambrienta de literatura", soy una auténtica devoradora de libros y la literatura una de mis pasiones...
No me alargo más, a este paso, pongo una entrada aquí, jeje.
Enhorabuena por el post, me gustó mucho.

Julia dijo...

Biennnn..., al final decidiste publicarlo.
Me ha gustado mucho tu relato, mejor dicho tu experiencia, además pienso que tuviste mucha suerte.
Me explico, digo lo de la suerte porque aunque ese profesor no fuera la quinta esencia de las maravillas como tal, (según comentas), si lo era a la hora de enseñar a expresar lo que se siente, sin trabas, ayudando a que la persona sea capaz de decir la palabra exacta que define sus pensamientos, ha tratar de encontrar, como tú has dicho, la verdadera esencia.
Casi todos solemos decir que siempre estamos aprendiendo pero..., no todos sabemos apreciarlo de igual manera. Tal vez gracias a ese profesor, a esa falta de nota al lado de tu nombre y a ese singular círculo rojo, tú hayas aprendido a desmenuzar cada momento, cada palabra hasta conseguir, no sólo lo evidente, si no todo lo especial que puedan encerrar.
Un beso.

Julia

Anónimo dijo...

Pues los míos eran unos cabrones, cuanto menos fueran a despachos, tutorías, etc... mejor les caías, aunque no tuvieran ni idea de tu nombre.

"Menuda olor".

O no tengo mucha idea o en el último examen de carrera te hubieran suspendido.

Aileon dijo...

Pandora,
Me alegro que te haya gustado.
En realidad aprendí muchísimo de ese profesor.
Siempre se aprende de las cosas, o por lo menos yo intento aprender, porque nunca se sabe cuando puedes llegar a necesitar eso que has aprendido.

Con que hambrienta de literatura ehh? Eso está bien. La literatura es otro mundo.

Tranquila que si haces una entrada, yo encantada jeje

Gracias, un saludo

Aileon dijo...

Julia,
Sí, aunque mi intención no era publicarla. Pensaba que si nadie la ha leído pues ahí se quedaría y no saldrá a la luz. Pero me alegro que te haya gustado.

Digo lo de su docencia porque bueno sus clases eran más de debatir que de exponer un tema determinado. Ahora eso sí, todos los temas que trababa estaban relacionados con lo erótico o lo sexual. Era único...

Bueno gracias a ese profesor y a otros, y a otras cosas jeje tengo esa ansia de exprimir todo lo que me encuentro en el camino...;)

Gracias, cuídate

Aileon dijo...

Rayco,
Pues vaya, supongo que habrá de todo. Yo tuve la suerte o la desgracia, según se mire, y tuve contacto directo con los profesores de la universidad en la que estudié. Aunque pensándolo bien, tiene sus ventajas jejeje

Tienes razón. Un lapsus lo tiene cualquiera. Es lo que tiene convivir con dos lenguas.
Pero no me pones a prueba no???

Saludo

Pandora dijo...

Me parece una actitud genial la de sacar partido a cualquier cosa que te suceda, me gustaría ser capaz de hacerlo, de hecho, pienso intentarlo, a ver qué pasa...
Y sí, la literatura es otro mundo, con todos los peligros que eso conlleva a veces... Me gusta jugar con eso pero no está demás recordar eso de "Quien juega con fuego..."

Aileon dijo...

Sí, yo de siempre. Yo destripo, en el buen sentido de la palabra, todo lo que ven mis ojos. Me gusta. Es como llegar a la esencia, e intento sacarle todo su jugo. Si se puede, claro! ;)

Tienes razón. Pero cuidado no te quemes, que no merece la pena...o si, que cada cual decida!

Saludo

ReaLiTy BiTes dijo...

GENIAL.En mayúsculas. GENIAL

Anónimo dijo...

Gracias guapa!
Estoy haciendo una entrada para tí. Te gustará jeje
Nos vemos, cuídate...me voy a dormir yaaaa

Besos

Anónimo dijo...

Mientras te iba leyendo,iba pensando la escena de la tipica pelicula o serie,del alumno que visita al profesor que tantas veces sale,jeje

Yo la verdad que ya en el primer examen me hubieran echado de la universidad despues de hacer mil faltas,jaja

La entrada ha sido muy larga es verdad,pero ha valido la pena que la hayas puesto de nuevo,yo no he tenido la oportunidad de ir a la universidad, pero conocer anecdotas de estas me parecen de lo mas interesante,espero ver muchisimas mas entradas de tus aventurillas en la uni,jiji

Que pases un buen dia Aileon

Un saludo matinal

Anónimo dijo...

¿Sabes la diferencia que hay? Que yo ni soy la chica guapa y tonta, ni la que se queda con el guapo protagonista....de las pelís, digo!!!!

La verdad es que era lo primero que nos exigían, porque no es lo mismo estudiar economía, que una filología. Aunque claro, ¿quién no comete faltas? Yo la primera, y quién diga que no, miente. He dicho!!!

Bueno anécdotas hay muchas, jejeje, sobre todo del piso que compartí durante cuatro años. Aprendí más ahí, que en las aulas!

¡Qué tengas un buen día!! Y ya sabes si conoces a alguien que tenga un guión de chicos jóvenes en un campus universitario, yo me ofrezco para el papel, aunque sea la mala!!! Porque experiencia en los pasillos tengo para dar y tomar...

Saludos!!!