Si tienes algo que decir, escríbelo o calla para siempre.
No sé muy bien como empezar esta entrada, sólo sé lo que quiero decir al final de cada palabra que oculta un verdadero sentimiento. Tanto escribir sobre el tema, que finalmente ha llegado. – Mis- motivos y las circunstancias me dan la razón. Supongo que una modifica, que no cambia, su forma de ver las cosas y, sobre todo, de pensamientos. Entre ellos, ya no quiero ver como el tiempo pasa y todo lo cura, simplemente quiero que ese mismo tiempo me olvide. Me ignore.
En su día, inicié este espacio con muchísima ilusión, yo diría que demasiada. Era mucho lo que tenía que decir, y mucho más lo que tenía que callar. Y así ha sido. Era como una ventana abierta donde las palabras nacían de mis sueños y de mi realidad, y volaban hacia el exterior en días de sol y oscuridad. Me sentía bien. Realmente bien. Sonreía desde mi alcoba al verlas marchar…
(Falta texto, que me lo quedo para mí)
Desde hace tiempo, esas mismas palabras, vacías y cabizbajas, siguen esperando el empujón que necesitan para poder –de nuevo- emprender el vuelo, este vuelo. No las culpo. Están en su pleno derecho. Con las alas rotas, saben que ese vuelo nunca va a llegar. De momento, no. Esta vez no sonrío, y siento lástima. No por ellas. Quizá por mí.
Me voy sin ilusión, con las ventanas cerradas. Con la llave guardada en el cajón. Ese que tanto ha mostrado y mucho más ha ocultado. Me voy porque siento que hace mucho que no estoy.
He decidido privatizar el blog, porque eliminarlo me parecía una falta de respeto hacía todos vosotros, pero no invitaré a nadie. ¿La razón? No actualizaré. No es el momento. Disculparme. El recuerdo sólo queda para mí.
Seguiré visitando vuestros blogs, sin duda. No me perderéis de vista tan fácilmente. Ni quiero. Y tendréis Aileon, para rato.
No me gustaría despedirme sin daros mi más sincero y cálido abrazo a todos los que me seguís hace tiempo, a los que comentáis a diario y a los que me leéis sin comentar. A todos vosotros, MUCHÍSIMAS GRACIAS. En especial a dos personas que han estado siempre ahí, al pie del cañon. Me han demostrado que, a veces, la amistad va mucho más allá que las palabras que nacen de la red.
Algún día volveré.