sábado, 19 de septiembre de 2009

Los veteranos conocen la historia...

Lo siento por todo aquel que la he leído, pero hoy repito entrada. Por algo en especial. Modifico imágenes e incluyo canción.





Una nota para el recuerdo.
Un beso para la eternidad.


Aquellos libros, testigos de historias de tapa dura, hicieron de aquel pasillo estrecho y enmoquetado, entre polvo y silencio, entre pasado y presente, el beso más dulce y tierno jamás sentido.
Sentada en la última mesa de la biblioteca observaba la inmensa sala iluminada por tres pequeñas luces. Los libros, recuerdos en la eternidad, contemplan el silencio de la sala. Fuera, la oscuridad invade la noche. Dentro, él y ella se miran tímidamente y sin pestañear. El tercero estudia sin levantar cabeza. Ella se sonroja y sonríe mientras evita su mirada. Él no sonríe, sólo la mira con deseo mientras juguetea con su bolígrafo.
Nerviosa e inquieta, se acaricia el pelo mirándolo fijamente. Él baja la mirada y empieza a escribir algo. Tres o cuatro líneas,…Se levanta y se dirige hacia su mesa con mirada penetrante dando pequeños golpes con sus dedos en las mesas mientras avanza hacia ella. No pestañea. El ruido de sus zapatos aumenta como los latidos de su corazón. Ella respira profundamente. Teme quedarse sin ella...Como si estudiara, sin tener el libro abierto, pasa por su lado dejándole una nota encima de la mesa mientras se aleja tras ella, ahora, en silencio. Ella observa sus cosas en la lejanía, sus libros, su chaqueta, y se lamenta...
...


Lentamente apoya la cabeza en la mesa mientras no deja de mirar la nota. Un papel doblado en cuatro partes. Respira, levanta de nuevo la cabeza y abre la nota. Sonríe. Sonríe con timidez. Sonríe...Mientras vuelve a leer esas cuatro líneas, siente una respiración en la nuca, que no es la suya, cubierta por su pelo liso. Un escalofrío recorre todos los centímetros de su cuerpo. Ambas respiraciones se compenetran hasta tal punto de parecer una. Sin girarse y con la nota en la mano, nota su presencia justo detrás de ella. Espalda y pecho separados por el respaldo de su silla. La maldice una y otra vez.


Cierra los ojos y un olor a perfume la rodea dejándola sin aliento. Sus pies nerviosos, ocultos en la oscuridad, sienten envidia. Su negra melena, sin movimiento alguno, siente ahora, las yemas de sus dedos. Suave, acaricia su pelo una y otra vez. Ella cierra los ojos e inclina la cabeza en el respaldo de la silla. Él, acercándose más a ella, deja que el pelo le roce mientras apoya lentamente su cabeza en su hombro derecho. Sin dejar de sentir sus yemas, siente sus labios cerca, muy cerca. Tan cerca que nota su aliento como se acelera en segundos. Necesita un susurro mientras entreabre sus labios…


De repente,
- Discúlpenme, pero tenemos que cerrar ya…
- Sí, sí…perdón –dijo ella con voz entrecortada-
Mientras él se dirigía, ahora con rapidez, a su mesa y recogía sus cosas, seguía mirándola. Ella recogía lentamente para hacer eterna sus miradas. Imposible. Recogió sus cosas, y la nota. El tercero que estudiaba paso por su lado cargado de libros, ignorándola...
Solos, sin apenas iluminación, esperaban el recuerdo para la eternidad. Las palabras, plasmadas en los libros, pero no en ellos, carecían de importancia. Mientras acababa de recoger sus cosas, él pasó sin mirarla por su lado dejando tras sí el roce de sus cuerpos en aquella silla. La miró por última vez, y siguió sus pasos. Ahí estaba él, a dos pasos de ella,….Quería hacer eternos aquellos pasillos para siempre. Cuatro, tres, dos pasillos sólo quedan y todo acabará...
Casi pegada a él, y justo en el último pasillo antes de salir de aquella sala casi a oscuras, se giró y la apoyó contra la estantería de grandes tomos de Historia Universal. Rodeó suavemente su cuello con ambas manos mientras acariciaba sus labios entreabiertos y húmedos. En silencio, se cruzaron sus miradas, el olor a polvo, el deseo, el roce, las caricias, las respiraciones, el placer, el sentir, los ojos cerrados,… Como si de una serpiente se tratara la rodeo con sus brazos apretándola contra él. Inmóvil, viva por su fuerte respiración, entre los libros y su cuerpo, se dejó llevar…

Cinco minutos de ritmos lentos y acelerados, cinco minutos de gemidos silenciosos, cinco minutos de labios entrelazados, cinco minutos que perdurarán en sus labios para siempre.
Siete minutos más tarde, ambos se alejaban en la oscuridad de la noche.
Él sonriente…
Ella con la nota en la mano.

A veces la imaginación, la ficción y la realidad van cogidas de la mano. Sólo a veces…

Aileon

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas!

Supongo que yo debo de ser uno de esos veteranos,no?,jeje
Pues si,ya me acuerdo que la pusistes,la verdad que no me acordaba de ciertas cosas,de otras si

La conclusion que llego al leer esta entrada es que la semana que viene empezare a ir a la biblioteca,xD

Que tengas buen finde

Cuidate
Un beso ;)

Aileon dijo...

Anónimo,
Buenas!!!

Suponemos bien los lunes por la mñn, ya ves, pues casi dos años.¡¡Casi ná!!!

Ves, si ya lo digo yo, que mis entradas incitan a estar cerca de los libros, aunque sólo sea de roce, jejeje

Espero que el finde bien.
Cuídate ;)
Besos!!!