Nubes, fundas, bolsos, y ¿qué dices?

Esta tarde (bueno ayer) he ido a dar una vuelta porque mi hermana quería comprarse una funda para su móvil nuevo.

Jodó, que frío y aire hacía!! (frío en comparación con los días primaverales que hemos tenido días anteriores).

Apenas había gente por la calle, y mucho menos en las tiendas. Y nosotras íbamos cogidas del brazo, riéndonos y hablando para así combatir el frío, y pasar una tarde agradable.

Pues bien, hemos ido a varias tiendas para ver esas fundas y nada de nada. Una tienda porque estaba en obras, la otra porque tenía unas fundas horribles, en otra porque la funda parecía una cartera,… Total que ya que estábamos allí, he entrado en una tienda de esas de golosinas y he comprado nubes para luego quemarlas (no lo recomiendo si no se tiene experiencia jeje) porque hacía muchísimo tiempo que no comía.

Cuando ya nos íbamos para casa, nos hemos acordado de una tienda grandiosa, y en la que hay cosas muy bonitas y que tienen de todo. Es una tienda que me encanta, y cada vez que voy salgo enamorada de cosas que veo y que me gustaría tener.

Nada más entrar , mi hermana y yo hemos ido directas al mostrador. Un mostrador lleno de cosas: de monederos, collares,… que si vas acelerada como yo, no te das cuenta de todo lo que puede llegar a haber en esos mostradores. Y nunca mejor dicho!
Yo le preguntó a la dependienta y mientras nos dirigimos a la zona donde están las fundas, oigo por detrás esa sonrisilla de mi hermana que significa que algo ha pasado. Por lo bajini me dice:

- Joder, Noelia…¡menudo bolsazo le has dado al gato!
- ¿Qué dices? ¿Qué gato?

Ya ves, me giro hacia el mostrador deteniéndome más en las cosas que había encima y veo a un gato ,mas negro que blanco, ahí quieto, como si de una figura de porcelana se tratara. No he podido evitar sonreír. Ya decía yo que algo había tocado al girarme.

Cuando ya nos íbamos y he pasado por el mostrador me acerco al gato y le digo:

- Lo siento, perdón…- mientras le acaricio la cabeza con media sonrisilla.

Y el gato gira la cabeza lentamente, sin mover un solo pelo negro, y me mira durante varios segundos con cara de ‘que coño quiere esta tía’. Y se vuelve a girar ignorándome por completo ante la sonrisilla de mi hermana.

En fin, que he salido de la tienda con dos ideas claras:
Una, que las fundas no nos gustaban, y dos, que el gato o tiene horchata en las venas y ni siente ni padece, o es que el pobre ha recibido muchos bolsazos a lo largo de sus siete vidas…

Aileon,