- O ella o yo…
- No me hagas elegir…
- Sí, ya no puedo más con esta situación…Es que la odio con todas mis fuerzas, como te abraza, como te roza la piel,…O ella o yo. Estoy harta. Te quiero, pero no puedo con ella. Es superior a mí,…
- Cariño, ya lo hemos hablado esto muchas veces. No quiero perderte, pero ella es especial para mí (y lo sabes)…No me hagas elegir. No tienes que verla, si no quieres.
- El simple hecho que respire el mismo aire que yo, que esté donde yo esté, ya me pone enferma…
- Dame una oportunidad, por favor, y aunque comparta techo con nosotros, no la verás, te lo prometo…Por favor, lo hablamos tranquilamente cuando vuelva del trabajo.
- Y ¿ella? ¿Dónde está ahora?
- Tranquila, aquí no está…
- Pero vendrá contigo luego ¿no?
- Sí, cariño…Pero no la verás.
- Eso espero, eso espero…Tenemos que hablar.
- Lo siento, …
- Más lo siento yo.
- Hasta luego.
Un año más tarde, ante la ausencia de su mujer, él sonreía con ella en la más estricta soledad, y en la más absoluta libertad. Sin la presencia de su mujer, la besaba y acariciaba como el mayor de sus tesoros. Sonreía feliz,…ella era especial.
Cuatro horas más tarde, su mujer ocupaba el sitio de ella ante la mirada de él. Sonreían, ante el cansancio de ella, y la nula culpabilidad de él. Se notaba que se querían, que no eran sólo la media naranja sino la naranja entera…
- Me voy a la cama. Estoy cansada…
- Muy bien, ya mismo iré yo…
- ¿Sabes que te quiero mucho?
- Mmmm…déjame que piense…Pues no lo sabía.
- Jaja…pues ahora ya lo sabes. Buenas noches.
- Buenas noches, cariño.
Se fundieron en un beso. Segundos más tarde, su mujer, de espaldas, se dirigía al dormitorio, mientras él sonreía frente al televisor por tener a su lado a la mujer más maravillosa del mundo…
Minutos más tarde, los chillidos desesperados de su mujer retumbaban por todas las habitaciones. Sin poder reaccionar, su mujer entró en el comedor como una furia y echando veneno por la boca…
- Ahhhh, te odio, te odio, te odio, te odio…¿Cómo has podido hacerme esto? Dime ..¿Cómo? Maldito seas tú y ella, los dos!!! Me lo prometiste, me lo prometiste, sabes que no puedo ni verla,….Maldito seas, y en mi propia cama…¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!
- Déjame que te explique…Lo siento, no ha sido mi intención llevarla a la habitación…Sé que no te gusta, y que te pones enferma con sólo notar su presencia. Lo sé. Ha sido culpa mía, lo siento de verás. Tranquilízate, estás muy nerviosa…
- ¿Cómo quieres que me tranquilice? Dime…¿Cómo? Si es más de lo mismo. La culpa es mía por aguantar una y otra vez su presencia en mi casa, joder…en mi casa…
- También es mi casa…Y hace mucho tiempo que no la ves, …
- ¿Qué me quieres decir con eso? Encima te tengo que dar las gracias, por no verla en mucho tiempo...
- No, no,…desde luego que no…Tranquilízate, y hablamos…
- Hablar, hablar, siempre hablar…quiero hechos, no palabras. Estoy harta de tus promesas, y de tus olvidos…Harta!!!
- Sí, tienes razón, pero….¿Cómo has sabido que ella ha estado en nuestra cama?
- ¿Cómo? ¿Te estás burlando de mí? Te piensas que soy tonta o ¿qué?
- No, no digas eso.
- Maldito seas, te la dejaste en nuestra cama,…
- ¿En serio? (mientras ocultaba su rostro arrepentido con sus manos) …Lo siento, lo siento mucho. Esta tarde la saqué de su terrario, y la dejé suelta por el piso…lo siento. Se me olvidó meterla de nuevo…
- Yo también siento haber aguantado tanto. No hace falta que la saques de ahí. La encontrarás dentro de las sábanas, calentita…esperándote!
- Lo siento, se me olvidó…Lo siento. ¿Qué puedo hacer?
- Ya no te voy hacer elegir, ya no. Ella gana. Yo no pierdo, me retiro. Abandono para siempre…
Dicen que del amor al odio hay sólo un paso, en este caso una pitón...Y es que el amor por una pitón amarilla de tres metros no se puede comparar con el amor de una mujer. Eso dicen...
* Recordad que, en mis historias, realidad y ficción siempre van cogidas de la mano...
Aileon