Descansa en paz, o como puedas...
Advertencia:
El relato que aparece a continuación es totalmente cierto y real como la vida misma, tanto que la padecieron mis familiares más cercanos, vamos mis padres y mis tíos.
Sí, sí, mama, hay que decir que te pasó a ti y no hay que avergonzarse (cuando acaben de leer entenderán esta frase).
El relato que aparece a continuación es totalmente cierto y real como la vida misma, tanto que la padecieron mis familiares más cercanos, vamos mis padres y mis tíos.
Sí, sí, mama, hay que decir que te pasó a ti y no hay que avergonzarse (cuando acaben de leer entenderán esta frase).
Mis lectores son muy buenos lectores. Y lo entenderán.
Mi más sincero pésame.
Ocurría allá por el 1980 cuando mis padres y mis tíos se dirigían hacia Barcelona. El motivo, el entierro del marido de una prima de mi padre, el señor Leandro.
Apenados, ante el tumulto de la gente, entraron en aquel gran y desconocido tanatorio de la ciudad. Silencios y llantos invadían aquel espacio con olor a ‘algo sin vida’.
- Prima, al final está el señor Leandro.
- Gracias, vamos a verlo. Te acompaño en el sentimiento.
Ambas mujeres (mi madre y mi tía) se alejaron por el pasillo. Entraron en una habitación sin hacer ruido. En un segundo plano derramaron las primeras lágrimas.
Así pasaron largos minutos. Mi madre, con intención de despedirse del señor Leandro se acercó lentamente, cuando de repente se abrió la puerta y alguien dijo por lo bajini:
- Oye, que este muerto no es Leandro.
Recogieron las lágrimas y salieron tan rápido de allí como despacio habían entraron.
Minutos más tarde el coche fúnebre salía del tanatorio. Los familiares detrás. Ellos no podían ser menos. Casi de los últimos seguían el cortejo fúnebre del señor Leandro. El verdadero señor Leandro.
Con la mirada puesta en el coche fúnebre no perdían detalle. No lo podían perder, puesto que desconocían la ubicación del cementerio.
Un semáforo en rojo los separó del cortejo fúnebre. ‘Maldito semáforo ¿Y ahora qué?’.
Esperaron. Las mujeres perdieron la calma. Esperaron….Cuando de repente vieron cruzar otro coche fúnebre. ‘Síguelo, síguelo, que por lo menos llegaremos al cementerio…’ Por fin, la había recuperado…la calma, digo.
Llegaron al terrorífico destino y aparcaron cerca de aquel frío ambiente. Ante tan inmenso cementerio, mi madre preguntó a un hombre que estaba en la puerta ¿Enterrador? ¿Portero? ¿Información? o el hombre simplemente pasaba por allí...
Mi madre, dicharachera preguntó igual.
- Perdone, ¿ha visto usted pasar a un muerto llamado Leandro?
- Señora, por aquí pasan muertos todos los días. Sigan y cuando vean a un grupo de gente llorar ahí estarán enterrando al difunto.
Y así hicieron. Ante el enfado por haberse perdido y no llegar a tiempo al entierro, vieron a lo lejos un corrillo de gente. A medida que se acercaban los sollozos eran más sonoros dando paso al silencio. Mi madre y mi tía uniéndose a los que estaban allí presente, se pusieron a llorar, lamentándose de la pérdida del señor Leandro.
Rompiendo el silencio mi tía dijo:
- Fina, no te parece raro que no veamos a las primas, ni a nadie conocido. Es un poco raro ¿no?
- Qué va, hay mucha gente….Tú calla, y sigue llorando.
Cuando de repente, aparecieron a lo lejos, mi padre y mi tío, como haciendo señas.
Ambas mujeres, con lágrimas en los ojos, se giraron extrañadas. ¿Qué dicen? ¿Qué les pasa? Están tontos, tú sigue llorando…
Como el que no quiere la cosa, una frase en forma de grito rompió aquel momento de dolor, de lágrimas, de silencio sepulcral, ...
- Ehhh!!! Ehhhh!!! Dejad de llorar que os habéis equivocado de muerto.
Ante las miradas de "corred o sino os mato" de aquellas familias, ambas se retiraron a paso ligero y avergonzadas con lágrimas en los ojos… pero esta vez de risas.
Evidentemente, llegaron tarde al verdadero entierro del señor Leandro. Aunque yo ya dudo que realmente el muerto que había en aquella caja era el tal señor Leandro.
Pero digo yo que un error lo tiene cualquiera. Aunque llores a un muerto que no conoces, un error lo tiene cualquiera. Aunque tu marido chille entre tumbas dejándote en ridículo, UN ERROR LO TIENE CUALQUIERA.
Nota 1:
Espero no haber ofendido a nadie ya que se trata de un tema doloroso, como puede ser el fallecimiento de una persona. Pero léase con tono irónico. Nada más lejos de la realidad que hacer burla de una tema tan serio como éste.
Mi más sincero pésame.
Ocurría allá por el 1980 cuando mis padres y mis tíos se dirigían hacia Barcelona. El motivo, el entierro del marido de una prima de mi padre, el señor Leandro.
Apenados, ante el tumulto de la gente, entraron en aquel gran y desconocido tanatorio de la ciudad. Silencios y llantos invadían aquel espacio con olor a ‘algo sin vida’.
- Prima, al final está el señor Leandro.
- Gracias, vamos a verlo. Te acompaño en el sentimiento.
Ambas mujeres (mi madre y mi tía) se alejaron por el pasillo. Entraron en una habitación sin hacer ruido. En un segundo plano derramaron las primeras lágrimas.
Así pasaron largos minutos. Mi madre, con intención de despedirse del señor Leandro se acercó lentamente, cuando de repente se abrió la puerta y alguien dijo por lo bajini:
- Oye, que este muerto no es Leandro.
Recogieron las lágrimas y salieron tan rápido de allí como despacio habían entraron.
Minutos más tarde el coche fúnebre salía del tanatorio. Los familiares detrás. Ellos no podían ser menos. Casi de los últimos seguían el cortejo fúnebre del señor Leandro. El verdadero señor Leandro.
Con la mirada puesta en el coche fúnebre no perdían detalle. No lo podían perder, puesto que desconocían la ubicación del cementerio.
Un semáforo en rojo los separó del cortejo fúnebre. ‘Maldito semáforo ¿Y ahora qué?’.
Esperaron. Las mujeres perdieron la calma. Esperaron….Cuando de repente vieron cruzar otro coche fúnebre. ‘Síguelo, síguelo, que por lo menos llegaremos al cementerio…’ Por fin, la había recuperado…la calma, digo.
Llegaron al terrorífico destino y aparcaron cerca de aquel frío ambiente. Ante tan inmenso cementerio, mi madre preguntó a un hombre que estaba en la puerta ¿Enterrador? ¿Portero? ¿Información? o el hombre simplemente pasaba por allí...
Mi madre, dicharachera preguntó igual.
- Perdone, ¿ha visto usted pasar a un muerto llamado Leandro?
- Señora, por aquí pasan muertos todos los días. Sigan y cuando vean a un grupo de gente llorar ahí estarán enterrando al difunto.
Y así hicieron. Ante el enfado por haberse perdido y no llegar a tiempo al entierro, vieron a lo lejos un corrillo de gente. A medida que se acercaban los sollozos eran más sonoros dando paso al silencio. Mi madre y mi tía uniéndose a los que estaban allí presente, se pusieron a llorar, lamentándose de la pérdida del señor Leandro.
Rompiendo el silencio mi tía dijo:
- Fina, no te parece raro que no veamos a las primas, ni a nadie conocido. Es un poco raro ¿no?
- Qué va, hay mucha gente….Tú calla, y sigue llorando.
Cuando de repente, aparecieron a lo lejos, mi padre y mi tío, como haciendo señas.
Ambas mujeres, con lágrimas en los ojos, se giraron extrañadas. ¿Qué dicen? ¿Qué les pasa? Están tontos, tú sigue llorando…
Como el que no quiere la cosa, una frase en forma de grito rompió aquel momento de dolor, de lágrimas, de silencio sepulcral, ...
- Ehhh!!! Ehhhh!!! Dejad de llorar que os habéis equivocado de muerto.
Ante las miradas de "corred o sino os mato" de aquellas familias, ambas se retiraron a paso ligero y avergonzadas con lágrimas en los ojos… pero esta vez de risas.
Evidentemente, llegaron tarde al verdadero entierro del señor Leandro. Aunque yo ya dudo que realmente el muerto que había en aquella caja era el tal señor Leandro.
Pero digo yo que un error lo tiene cualquiera. Aunque llores a un muerto que no conoces, un error lo tiene cualquiera. Aunque tu marido chille entre tumbas dejándote en ridículo, UN ERROR LO TIENE CUALQUIERA.
Nota 1:
Espero no haber ofendido a nadie ya que se trata de un tema doloroso, como puede ser el fallecimiento de una persona. Pero léase con tono irónico. Nada más lejos de la realidad que hacer burla de una tema tan serio como éste.
Nota 2:
Tranquia mama, ya puedes respirar.
Otro día les contaré a mis queridos lectores aquel día que deciste bajar del coche en una subida con una abuela , una mujer y un canario dentro (tranquila, aún no diré que tú eras la que conducías....)
Aileon